Nadie pensó que pudiera producirse una pandemia hasta el incidente del COVID-19, que puso el mundo patas arriba por completo. Demasiadas industrias se vieron impactadas por este fenómeno, incluyendo corporaciones, industrias, comunidades y actividades de ocio. La educación fue uno de los sectores más afectados.
En todo el mundo, el porcentaje de personas con un diploma de secundaria estaba disminuyendo. Por otro lado, las naciones latinoamericanas, como México, han tenido que luchar más para que el sistema educativo se desarrolle y sea mejor de lo que era antes de la pandemia. Está claro que los países del primer mundo están consiguiendo volver a las instituciones educativas con más normalidad y eficacia.
A continuación se exponen los principales problemas a los que se enfrenta el sistema educativo mexicano como consecuencia de la pandemia. Muchos de estos problemas surgieron durante el periodo de contingencia, pero algunos ya existían antes de la pandemia y el brote los empeoró.
- Ausencia de igualdad
La mayoría de los alumnos no tenían las mismas oportunidades que los demás estudiantes de poseer un dispositivo electrónico y poder continuar su educación, aunque algunos alumnos tomaban sus clases diarias en línea gracias a la comodidad de Internet y a una amplia gama de dispositivos electrónicos y aplicaciones que facilitaban su desarrollo y aprendizaje.
Solamente 20% de los niños en escuelas públicas tenían acceso a una computadora o tableta en casa, pero este porcentaje superaba 50% en instituciones privadas. Estas cifras no hacen más que evidenciar la enorme lucha del sistema escolar mexicano.
- Un alto índice de deserción escolar y resultados académicos por debajo de lo esperado
Por razones económicas y de COVID-19, 5.2 millones de niños, adolescentes y jóvenes de entre 3 y 29 años de edad no se inscribieron a la escuela para el ciclo escolar 2020-2021, de acuerdo con el INEGI.
Estas estadísticas simplemente demuestran cuántos estudiantes disminuyeron severamente su rendimiento académico, e incluso cuántos se vieron obligados a abandonar sus estudios por falta de financiamiento.
- Problemas de adaptación
Un hecho es que el sistema educativo tuvo que alterar sus métodos de instrucción, lo que llevó a los estudiantes a alterar sus métodos de estudio. Este fue un cambio significativo para la educación mexicana, y como resultado, el rendimiento académico no respondió bien a él.
Muchas naciones latinoamericanas, entre ellas México, no estaban preparadas para adoptar este nuevo paradigma; en su lugar, siguieron el ejemplo de las naciones del primer mundo y, evidentemente, no obtuvieron los mismos resultados al carecer de las mismas oportunidades.
- Escasa calidad de la enseñanza
Sin duda, el sistema educativo mexicano nunca ha sido particularmente eficaz ni proactivo. Es vital señalar que con el tiempo, nuestra nación ha comenzado a reconocer el inmenso potencial de la información y la educación; pero, la tarea de restaurar y garantizar que cada estudiante reciba una educación de calidad se ha convertido en una tarea titánica y desafiante de abordar.
La crisis sanitaria no hizo más que dificultar las cosas, y la falta de interacción humana provocó un descenso significativo de la calidad educativa y del abandono escolar. Muy a menudo, las personas con bajos ingresos o las comunidades rurales sufrieron este hecho.
- Rezago tecnológico
El retraso técnico de algunas instituciones dificultó su adaptación al cambio, a pesar de que disponían de las herramientas necesarias para impartir las clases por vía electrónica, lo que supone otro problema para la educación ante la pandemia. Es crucial señalar que, al tratarse de un método novedoso de impartir conocimientos a los alumnos, a algunos profesores les costó aclimatarse al entorno moderno.
Todos los profesores debían utilizar diversos programas y medios, por ejemplo, Google Suite, Blackboard, Zoom Meetings, bibliotecas digitales y muchos más. Sin embargo, debido a la desinformación, a muchos profesores y alumnos les resultaba difícil impartir la enseñanza de forma virtual, lo que hacía que los alumnos mostraran falta de interés y generaba estrés y frustración en el aula.